El tratamiento de estas varices suele ser un tratamiento ambulatorio, rápido y que nos permite continuar con nuestras tareas diarias de forma inmediata. Tras una evaluación médica para determinar el origen, la apariencia, el dolor o no asociado y el estilo de vida del paciente se podrá determinar entre distintas alternativas para su abordaje:
Tratamiento con láser:
Se utiliza un láser de ND: Yag 1064nm. de pulso largo que emite unos disparos controlados sobre todo el tramo de variz visible. Esta potente luz láser es capaz de penetrar la piel y calentar tanto la variz que llega a producir un daño sobre las paredes, haciendo que se difumine o incluso desaparezca en el mismo momento del tratamiento. Esta técnica no invasiva y mínimamente dolorosa va enfocada a varices o lesiones vasculares con calibres finos o medios, tanto en piernas como en otras partes del cuerpo correspondientes con colores rojos o violáceos.
Escleroterapia:
Es un procedimiento mediante el cual el médico inyecta una solución o espuma dentro de la variz con una aguja fina, con el objetivo de taponarla o sellarla. Al cabo de unas semanas deberían ir despareciendo y puede ser necesario realizar varias sesiones dependiendo del número y tamaño de las varices. Es un tratamiento ambulatorio que no requiere ingreso del paciente y permite continuar con la vida cotidiana. Está enfocada a varices un poco más profundas con colores verdes o azules.
Terapia combinada láser y escleroterapia:
Es la mezcla de las dos técnicas y suele emplearse cuando el médico necesita actuar en dos planos o profundidades diferentes y también para incrementar la eficacia de la escleroterapia. Cuando encontramos una variz superficial, que a la vez está irrigada por una más profunda, habrá que tratar primero inyectando la más profunda e inmediatamente repasar las superficiales con el láser. En ocasiones se puede disparar el láser sobre la variz que ha sido inyectada para aumentar la efectividad como muestran múltiples estudios científicos.