El acné es una patología multifactorial, que puede tener gran impacto psicológico para el paciente. Hasta un 85% de los jóvenes puede verse afectado en la adolescencia, aunque también es frecuente de observar en las mujeres mayores de 20 años. Esto se debe a que uno de los desencadenantes del acné es el factor hormonal, en el que observamos un predominio de andrógenos.
Esto hace que en el acné vulgar se genere un exceso de producción del sebo, asociado a un cambio en el drenaje de este, lo que bloquea su salida normal al exterior y se traduce en la formación de comedones abiertos (puntos negros) y cerrados (puntos blancos). Además es frecuente la inflamación y sobreinfección de las lesiones, dando paso a pápulas, pústulas, nódulos y quistes. Dicho esto, el espectro clínico del acné puede ir desde una patología leve con resolución completa, hasta cuadro más severos con mayor tendencia a la formación de cicatrices.